Primer limonaso del San Pablen?o al Guapo destapado, en favor del Pensador Mexicano [i.e. J.J. Ferna?ndez Lizardi].

              V
PRIMER LTMQNASO
DEL    SAN   PABLEN O   AL    a ü AP O   D E S T AP A D 0,
EN FAVOR DEL PENSADOR MEXICANO.
•fc^e señor Guapo mi compañero: estamos ya en el Campa de batalla y es preciso colocarnos eü su centro, para que asi V. como yo aprovechemos el espacio que nos ofrece para los avances ó retiradas. No hay remedio:
Disponga V. sus municiones y pertrechos y demos principio al Combate....
pero late que V. no viene solo: en su flauco derecho descubro un bulto ne«
gro erra sombrero de cuatro picos ¿que hace alli agazapado? Vaya le estará
recogiendo cagajones. X".aquellos dos lechuzos que se le acercan ¿quienes son?
Ya, ya los conozco; esos son los autores de á trestlacos, jque triunbirato tan
gracioso! ¡sinos vendrán á qni á formar el tribunal de la Inquisición? Vamos
que no trae V, tnal cubierta su ala derecha con tan grandes sugetos. Veamos
ahora la izquierda. Vana ; já, já, já, já, já; mire V. quien está allí, el señor de la Q. F, con numeritos; já, já, já.já, já.... ¡Olaf... ¿y que viene ha.
cer aquí cin el catecismo en la mano y esa vieja por detras? ¿nos vendrán
á enseñar la doctrina¿.... Si,-no hay duda, nos está señalando el primer mandamiento que dice: Amarás á Dios sobre todas las cosas y á tu prójimo como á.tí mismo, como á tí mismo, como á. tí mismo. ¿Con que lo hemos da
amar como á nosotros mismos? ¿Con que no le hemos de decit tuerto, viz-
\ fco,   picaro, excomulgado, audaz,   atrevido, necio, ignorantón,    condenado, ni
otras cositas por este orden?  ¿Y mire V. á quien les    viene    á   enseñar  esta
doctrina? á V. y á mi que lo contrario sabemos hacer   de   primor...   pero yo
creo que es   de los nuestros, de aquellos que dicen y no    hacen; de   los que
primero dan el mal ejemplo y después el buen Consejo... No, no le ha de   valer,   porque yo Ü todos les he de tirar de   limonasos y no he  de   seguir mas
doctrina por ahora que  á tu prójimo  contra una   esquina. Si,   señor  Guapo,
empuñe V. sus cagajones y   empiezelos é disparar que ya lo   aguardo.   Zas,
venga el primero.,, pum... Camarada, no llegó,   no llegó. Tire el  segundo,
pum,., já, já, ja, já, já; se desvarató  en   el  aire.   Si no me acierta  ei tercero le.chifló; tírelo con mas fuerza... puuül...   guio ió io ío que se pasó , que
se  pasó,   que se   pasó.   Ahora aguárdese que   allá   voy   yo con   mi   lirrrohasa
..atranqúese de pies   y manos y. pare las orejas,.. Pero silencio,   silencio,   que
' qus^sé yo lo que dice el señor da la Q. F.  (a)    ¿Qué   dice   V.   Camarada.,..?
' ¿Qué; quien es Papa? eí Señor Pió Vil, Véalo en el calendarío¿ Pero  V.   quería'que   le  responda con   el  catecismo:   es  el  romano    Pontífice á  quien  deberlos eniera. obediencia...   ¡Ahora  bien!  Y digame   V.   ¿Cómo   debemos  entender esta eüíera obediencia?   creyendo ciegamente   Cuanto   el   Papa   nos   dice, y    obedeciendo y  respetando ea   los   mismos  términos stts  disposiciones    y
censuras,  sean las que   se   fueren,   haya ó   no   teñido justicia   para  fulminarías,   confórmense  ó   no .con   la razdn   y    verdadero   espíritu   del   Evangelio,
de ¿«©do, que si nos manda que no amemos á nuestros prójimos, en el momento los abcrezcamos y doblemos  humildes   nuestras  serviCes á  todos sus mati»
datos, ¿no es así; (i>) Cuidado co.n   la respuesta, perqué si me   dice   V,   que
no. A Dios infalibilidad del Papa sostenida   con tanto tesón y  á    Dios entefa
ebediicefe* Si   me  ciiceí   V.   que   si,  porqué el Papa es    infalible  y no  puede
errar,   desmiéntanse  los-  errores que han    Cometido vatios   Pontífices que no»
refiere ]a historia y eí P'áos-irl'of cita en sií cuarta Carta al Papista, y iatísfaga.
me V. esta otra   objéSféíf: eí S'^ífór Alejandro    VI.    dogmatizo  con   exCorñu-