Coronacion de Madama Pinacate.

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CORONACIÓN
DE MADAMA  PINACATE.
■Jilin todas las ciudades populosas ha sido permitido y aun disimulado cierto'
número de prostitutas publicas, con él fin de evitar• peores mitles de entre las
diferentes especies dt liviandad; petó también ha sido objeto justo de una policía Severa, contener los abusos que se noten e'rt esta parte, cuando t'las exce«
den del modo ordinario y frecuente. Por esto Solo», el hombre mas grande de
los siete sabios de Grecia, instituyó por ley los lupanares en ./¡tenas, y aun los
mas estrictos autores de política moral no se muestran tan rigorosos en cuanto
á la responsabilidad del magistrado sobre esta clase de desluces; mas sí la estrechan altamente, cuándo el vicio subí al puntó mayor de su tijera, con infamia   ae  la   naturaleza misma.
Un una capital como la de , Mixteo, no es estrarió que se cometan nal
desórdenes de este género, sin que llegue al conocimiento legal de los jueces encargados de la pureza de la m«rál pública, porque su inmensa población y gradual escala-de fortunas y familias, embarazan necesariamente el conducto por
dor.de debe transmitirse el hech.o d los oídos del superior. Que un. seglar sin-obligaciones clandestinamente se introduzca á un bürdél, impelido de la tentación
maS irresistible, á estraviar el fin de la generación, es siempre una flaqueza,
pero flaqueza, que como no ofende á Id naturaleza ni a la sociedad, no debe
probocar la censura publica, ni llamar la atención' de los ancianos del pueblo
(qué h son los, jueces y alcaldes ) Pero que en estos mismos lugares se ofrezca
la disolucioii del. medo mas escandaloso, debe poner en alerta á las autoridadest
y mucho mas, si {como sucede algunas veces) resultan de esas concurrencias in-
d furentes no pocos actos que dsgraderi la naturaleza en las líneas de la mllcie
y ferocidad: es decir, quebrantando de un modo particular y menos frtcúerite,
¿l quinto y el sesto ■--•■-'«. •••-.-.
Este ligero preludio manifiesta que por ser el hecho que vamos d referir
tan éstr avagante en ti orden del ¡enanismo, no es exceso de rigor, sino cttm*
plimiento de las leyes, el castigo que se prepara á Madama Pinacate y sacias,
por haber ofendido Á la naturaleza, ¿nagenañdo a estiló, del puerco de san Antonio Abad, Id flor de una muchacha tiernec'ita (¡ intacta^ mediante el capriebt
de la suerte. Para conciliar Id moralidad sin herir la decencia pública, no
¿alio mej;.r arbitrio qué usar del ridículo y él chiste, émbüeltós en la metáfora
de   la  ironía,. . „ ,
És eí.cdso, que  Madama  Pinacate,, á quien todo  tuno conociera por abas*
iecedora  universal de lo rnas selecto de la Venus, comerciante  por  mayor  de las
flaquezas humanas,  admirable transformadora de placeres en  tormentos, y al rtvési
es ti caso,  fipito,  que esta  bella y  modesta  heroína deseando llevar al cabo sus
adelantos, diá én Id ftliññma teurrencia de f'on'tr tri tifa a  algunas jóvenciSas