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■ ■ NUMERO SEGUNDO. <y HAY VA ESE HUESO QUE ROER ■ V-- Y QUE LE METAN EL DIENTE, \¿ « Muestra ignorancia hace toda su ciencia^ Véltaire. i G juando Sé Considera al hambre midiendo las distancias inmensas que separan á nuestro planeta de las estrellas; cuando le vemos siguiendo los movimientos dé los astros, pesando su masa y calculando sus densidades; cuando le vemos descubriendo la antigüedad del universo por la distancia de las nebulosas; (i) cuando le observamos en un laboratorio de química des componiendo los cuerpos para examinar sus propiedades, y por decirlo de una vez, arrancando á la natu < raleza sus mas secretos arcanos; el espíritu sé inflama, Se llena de admiración y de asombro al aspecto del ser mas sabio que ha producido la naturaleza. Pero si por otra parle se mira a este mismo hombre, se le sigue en sus templos doblando la rodilla, temblando delante de los ídolos que él mismo ha fabricado; cuando el se ve rodeado de Amuletos, talismanes y fetiches, (■a) la admiración cesa para dar lugar á lá indignación, a la piedad, á la ira, á la compasión!,- y el ser que un momento antes nos parecía tan grande y tan sabio, no e* ya á nuestra vista, sino un niño sin juicio que se entretiene con juguetes; un muchacho que cree y se divierte cc-n los cuentos que le cuenta su chichigua cuando le peina. Todos los hombres están conformes en que 'el sol alumbra, que el fuego quema, que la nieve es fría, que dos y tres son cinco, que el todo es mayor que la parte cScc, mas en materias religiosas, en el modo de adorar al Ser supremo, en esto no están convenidos. Todas las naciones han temblado al oir el rayo; todas han temido al esperimentar un terremoto. Todos los hombres al considerar los efectos terribles de estos fenómenos, han conocido lo limitado de sus fuerzas, y de aquí han inferido que hay un Ser superior á ellos, que* los produce. Pero en cuanto á la naturaleza de este ser poderoso ¡qué de errores! ¡qué de delirios no lia inventado la razón estraviada del hombre! Las unos observando las catástrofes causadas por los elementos, han hecho de él un ser sanguinario, y le lian ofrecido, para aplacar su cólera, la sangre de los animales y d« los hombres; los otros creyéndole un ser duplo, el uno activo y el otro pasivo, de cuya unión kan resultado todos los seres, le han ofrecido, como el holocausto mas agradable á su naturaleza, la unión de ios dps sexos en el acto de la generación. Otros ho püdíendo atribuirle lá mezcla de bienes y males qué hay sobre la tierra, ni pudiendo comprender el que un se r sumamente bueno dañase, han creido la existencia de dos principios, el uno autor del bien y el otro del mal. Unos contemplando la influencia crea» dora del astro del diá le han tributado todas sus adoraciones como á agente productivo de toda lá naturaleza; los otros creyendo que él fuego era el único resorte que obraba las infinitas Variaciones que notamos en el universo, Kan hecho de él único objeto dó su culto. Unos pueblos han adoptado por sello dé su su—' misión á este ser supremo, la mutilación de una parlé de la piel del prepucio; otros sé han hecho vaciar un testículo y llenar la cabidad cotí yerbas aromáticas; uüas naciones lavan a sus hijos én un rio paré ofrecérselos, y otros Se limpian el cuerpo con los orines con que él sacerdote^ con sü esopd natural, les rocía: estos los pasan por el fuego para purificarlos; y aque-*- llos los embarran con manteca, de coco para quitarles la mancha del pecado ... Nó acabaría Si quisiera entrar en los pormenores de las ceremonias que el hombre en sus estrávagancias ha adoptado pai á agradar al Ser supremo y de las que ha formado la multitud de religiones que existen sobre la faz de la tierra; mas dejando estos errores y supersticiones qué no nos interesan; en la nuestra que- es la única verdadera y cuyo fundador fué el mismo Dios, ¡cuantos delirios! ¡cuantas prácticas ridiculas! ¡cuantas ceremonias supersticiosas no se han introducido por la malicia dé los hombres! Apenas acaba dé subir al cielo Jesus, cuando la religión que habia sellado con Su sangré, <-s dividida en multitud de sectas. Los apóstoles y los primeros predicadores del evangelio bailaron éh Jerú- salen, en el oriente y en todo el imperio romanó^ enemigos de toda especie que combatían su doctrina. El cristianismo no habia elevado á los hombres arribé de los vicios de su siglo, y así se hallan en todos los partidos espíritus ardientes, hombres facciosos qué el interés inflama, yltti disputas de los Cristianos produ-* jerón guerras inteririinab,es¿ Orígenes distingue dos clases de ebidriitas: los unos que creian que Jesucristo habia nacido ck una .virgen; y los otros que habia nacido como los olroS" 7* > >
Object Description
Title | Hay va ese hueso que roer y que le metan el diente. Numero segundo. |
Publisher | Imprenta a cargo de Martin Rivera |
Date | Unknown |
Original Format | Leaflets |
Type | Text |
File Format | image/tiff |
Extent | 4 pages |
Dimensions | 31 cm. |
Identifier | SC MS 0216.246 |
OCLC Number | 651179779 |
Source | SC MS 0216 Mexican Pamphlets |
Language | spa |
Rights | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Collection | SC MS 0216 Mexican Pamphlets |
Capture Device | CopiBook COBALT HD |
Staff | Shaenna Ameer |
PPI | 300 |
Date Digitized | 2018-10-29 |
Description
Title | [Page 1] |
Type | Text |
File Format | image/tiff |
Identifier | SC MS 0216.246.001 |
Rights | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Collection | SC MS 0216 Mexican Pamphlets |
Capture Device | CopiBook COBALT HD |
Staff | Shaenna Ameer |
PPI | 300 |
Date Digitized | 2018-10-29 |
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NUMERO SEGUNDO.
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