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//3ó^ ■ . -.3Í*S| HAY VA ESE HUESO QUE ROER s— Y QUE LE METAN EL DIENTE, *» Muestra ignorancia hace toda su ciencia. Vi)ltaire, JUo9 grandes nds parecen grandes porque nosotros estamos dé rodil as, decía un filósofo; y yo digo que ¡nuestros doctores no nos parecen sabios sino porqué nosotros quer'emos ser ignorantes. Es, pues, nuestra voluntaria ignorancia la que cauáa los niales qué ¿Sufrimos, la razón sé nos dio por guia en el sehde- ro de la vida para distinguir lo jú-.to de lo injusto, la virtud, del vicio, lo que nos aprovecha de lo que nos ¿aña; pero habiendo consentido én someter esta razón á la dirección agena sin écsaminar los fundamentos d« esta donación que se nos ecsigia, diciendo ser para nuestra felicidad, nos despojamos d'el presenté mas grande y necesario Con qué el hacedur del nomine nos dotó. Desde entonces dejamos de ser razona- Mes, pensamos como se quiso que pensafamoS,--trbra>- nios como se mandó que obráramos y todas nuestras .acciones quedaron sometidas á la voluntad, antojos y caprichos de los mas astutos y atrevidos impostores que apoderándose del hombre desde lá cuna hasta depositarlo en el sepulcro, clasificándolo á la manera dé lineo, por clases y especies, el género humano quedó reducido' al rango de los rebaños de ovejas. Para impedir que algún insOlhñfe traspasando los limites en que lo hablan circunscripto sus caporales, se atreviese á pensar por sí líiísmO, sé conS- íruyeron calabozos, se levantaron patíbulos, Se encendieron hogueras y se prepararon Venenos. Se habló á los hombres en nombre dé los dioses, y se les forzó & despojarse de! fruto de sus sudores á titulo de ofrendas. Compadecido Sócrates de tantas imposturas enseña á los pueblos que los dioses no necesitan de presentes para aplacarse1, "y los sacerdotes que los necesitaban sé indignan y le hacen beber la cii-ula fatal. Todo aquel que se daba' á conocer por medio dé al guna Verdad ó' descubrimiento grande, infunde rece, los pórda superioridad de su ciencia y es perseguido basta su'estermioio. (rilileo dá á conocer el movimiento "de la-tierra ignorado hasti entonces, conocido solamente en la antigüedad por Pitagorns y perfeccionado¡por Goperni'o, y al momento se le encierra en un calabozo, porque uno qué ignoraba la a-.trono- Uiía,osando de la frase común, dijo ál Sol párate, y lá tierra se paró. Mártires de la verdad, muchos sabios, fuérOrt sacrificados al ídolo'de la ignorancia y a' la'envidia sacerdotal en las aras de (a superstición. El divino J9- Siis había fundada su santa religión sobre las bases de ta verdad, de la máns¿|un)hre, de la paz, la fra* ternidad, la humildad y la üoleranria- sus discípulos y Sucresorés continuaron siaíuiendo el ejemplo de su maestro; pero habiendo aijjuienlado sus riquezas por las donaciones de los emperadores y de los £eles en el siglo cuarto, comenzaron los sacerdotes á Servirse de estas riquezas para oprimir á los hombres y sostener tina potencia en que no los habia puesto el fundador del rnsliabismo. La ambición fue, pues, por la que los ministros del santuario adquiriendo una suma preponderancia sobré las demás clases, se convirtieron de pastores y padres del pueblo en lobos y tiranos del mismO, y a ella deben el colosal poder que disfrutan, tan ágeno de su vocación y de su instituto, como funesto á la religión -y a las naciones. (1) Desde esta época, comenzó la religión á ser el pretcsto para Ocultar la verdad y para autorizar las mayores maldades; Sé les disfrazó á los pueblos con el ma or cuidado esa misma verdad tan necesaria, para su bienestar, á título de que le dañaba, se le vendieron fábulas para entretenerlo y estraviarío, prohibiéndole el ecsaminarlas y contradecirlas Testigos de esto Eu- sebio y Sihecio con otros que en sus escritos han de- declarado la certeza de esta proposición. Ei primer» é" Su preparación evangélica dedicó un capítulo entero para demostrar, según él, esta proposición escandalosa: De qué moda puede ser legitimo ,y conducente el empinar la falsedad como una medicina y por el bien de los que tienen necesidad de ser engañados. El segund» declara en términos mas precisos las ideas de su tiempo, En su epístola <o5 se Ice lo siguiente: Contiene r/ue un espíritu que cultiva la filosofía ceda ó la> necesidad de mentir La, verdad se parece ú la.luz, un ti/o débil es lastimado por ella, la oscuridad le conviene, mejor. Lo mismo es <í; la verdad, es necesario no darla d. conocer al pú hlo: día '<? dañaría *; la mentira [le es útil ... Yo seré filosofo en mi gabinete; fuera de él ■ confare\fáhulá$~ (2) Bsía era la enfermedad general'&e aquellos siglos, dice Bailet, v la infección habia CTir- i rompido el genio de *tal modo, que casi todas las "historias-, se cdnvertiau en fábulas en las manos de aque- ! 11 s q.u.erlas manejaban, y que los mas escrupulosos se j creian obligados á consagrar la mentira por la verdad-, y de hacer servir suspiadosas imposturas & la mayor gloria de Dios. E<te es el verdadero origen de tantas leyendas admirables, de j tantos milagros apócrifos é. ,: indecentes, dejas estafas, sagradas y. la cana de la su—
Object Description
Title | Hay va ese hueso que roer y que le metan el diente. |
Publisher | Imprenta a cargo de Martin Rivera |
Date | Unknown |
Original Format | Leaflets |
Type | Text |
File Format | image/tiff |
Extent | 4 pages |
Dimensions | 31 cm. |
Identifier | SC MS 0216.244 |
OCLC Number | 651179779 |
Source | SC MS 0216 Mexican Pamphlets |
Language | spa |
Rights | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Collection | SC MS 0216 Mexican Pamphlets |
Capture Device | CopiBook COBALT HD |
Staff | Shaenna Ameer |
PPI | 300 |
Date Digitized | 2018-10-29 |
Description
Title | [Page 1] |
Type | Text |
File Format | image/tiff |
Identifier | SC MS 0216.244.001 |
Rights | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Collection | SC MS 0216 Mexican Pamphlets |
Capture Device | CopiBook COBALT HD |
Staff | Shaenna Ameer |
PPI | 300 |
Date Digitized | 2018-10-29 |
Full Text |
//3ó^
■ . -.3Í*S|
HAY VA ESE HUESO QUE ROER
s—
Y QUE LE METAN EL DIENTE,
*»
Muestra ignorancia hace toda su ciencia.
Vi)ltaire,
JUo9 grandes nds parecen grandes porque nosotros
estamos dé rodil as, decía un filósofo; y yo digo que
¡nuestros doctores no nos parecen sabios sino porqué
nosotros quer'emos ser ignorantes. Es, pues, nuestra voluntaria ignorancia la que cauáa los niales qué
¿Sufrimos, la razón sé nos dio por guia en el sehde-
ro de la vida para distinguir lo jú-.to de lo injusto,
la virtud, del vicio, lo que nos aprovecha de lo que nos
¿aña; pero habiendo consentido én someter esta razón á la dirección agena sin écsaminar los fundamentos d« esta donación que se nos ecsigia, diciendo ser
para nuestra felicidad, nos despojamos d'el presenté
mas grande y necesario Con qué el hacedur del nomine nos dotó. Desde entonces dejamos de ser razona-
Mes, pensamos como se quiso que pensafamoS,--trbra>-
nios como se mandó que obráramos y todas nuestras
.acciones quedaron sometidas á la voluntad, antojos y
caprichos de los mas astutos y atrevidos impostores
que apoderándose del hombre desde lá cuna hasta depositarlo en el sepulcro, clasificándolo á la manera dé
lineo, por clases y especies, el género humano quedó
reducido' al rango de los rebaños de ovejas.
Para impedir que algún insOlhñfe traspasando los limites en que lo hablan circunscripto sus caporales, se atreviese á pensar por sí líiísmO, sé conS-
íruyeron calabozos, se levantaron patíbulos, Se encendieron hogueras y se prepararon Venenos. Se habló á
los hombres en nombre dé los dioses, y se les forzó &
despojarse de! fruto de sus sudores á titulo de ofrendas. Compadecido Sócrates de tantas imposturas enseña á los pueblos que los dioses no necesitan de presentes para aplacarse1, "y los sacerdotes que los necesitaban sé indignan y le hacen beber la cii-ula fatal.
Todo aquel que se daba' á conocer por medio dé al
guna Verdad ó' descubrimiento grande, infunde rece,
los pórda superioridad de su ciencia y es perseguido
basta su'estermioio. (rilileo dá á conocer el movimiento "de la-tierra ignorado hasti entonces, conocido
solamente en la antigüedad por Pitagorns y perfeccionado¡por Goperni'o, y al momento se le encierra
en un calabozo, porque uno qué ignoraba la a-.trono-
Uiía,osando de la frase común, dijo ál Sol párate, y
lá tierra se paró.
Mártires de la verdad, muchos sabios, fuérOrt
sacrificados al ídolo'de la ignorancia y a' la'envidia sacerdotal en las aras de (a superstición. El divino J9-
Siis había fundada su santa religión sobre las bases
de ta verdad, de la máns¿|un)hre, de la paz, la fra*
ternidad, la humildad y la üoleranria- sus discípulos y
Sucresorés continuaron siaíuiendo el ejemplo de su
maestro; pero habiendo aijjuienlado sus riquezas por
las donaciones de los emperadores y de los £eles en
el siglo cuarto, comenzaron los sacerdotes á Servirse
de estas riquezas para oprimir á los hombres y sostener tina potencia en que no los habia puesto el fundador del rnsliabismo. La ambición fue, pues, por la
que los ministros del santuario adquiriendo una suma
preponderancia sobré las demás clases, se convirtieron de pastores y padres del pueblo en lobos y tiranos
del mismO, y a ella deben el colosal poder que disfrutan, tan ágeno de su vocación y de su instituto,
como funesto á la religión -y a las naciones. (1) Desde esta época, comenzó la religión á ser el pretcsto
para Ocultar la verdad y para autorizar las mayores
maldades; Sé les disfrazó á los pueblos con el ma or
cuidado esa misma verdad tan necesaria, para su bienestar, á título de que le dañaba, se le vendieron fábulas para entretenerlo y estraviarío, prohibiéndole
el ecsaminarlas y contradecirlas Testigos de esto Eu-
sebio y Sihecio con otros que en sus escritos han de-
declarado la certeza de esta proposición. Ei primer»
é" Su preparación evangélica dedicó un capítulo entero para demostrar, según él, esta proposición escandalosa: De qué moda puede ser legitimo ,y conducente el
empinar la falsedad como una medicina y por el bien de
los que tienen necesidad de ser engañados. El segund»
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