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IBIL(B A. LOS MEXICANOS. í^WíRR^^R^^^S^ ompatriotas! Al separarme del gobierno del distrito federal y también de la república por una nueva y señalada confianza de su digno presidente, me he creido en la obligación de dirigiros la palabra para esplicaros mi gratitud. Por el tiempo de veinte y un meses me he hallado á la cabeza del grande pueblo mexicano, y me han sobrado motivos para conocer las virtudes que lo distinguen. Aun cuando se rompieron por el impulso inevitable de las revoluciones los diques de las leyes, aquí se restableció el orden por momentos; y ninguno dejó de confesar que es la primera de las necesidades sociales. Entonces recibí ei gobierno; y fueron tales los conflictos de las circunstancias, que puede decirse que recibí sus riendas de las manos sangrientas de la anarquía. ¡Cuanto pasó de susto y aflicción! ¡Cuanto de honor para un pueblo esencialmente dócil, moderado y tolerante! Si recuerdo aquellos dias, es, mexicanos, para que se os haga siempre justicia, y de ningún modo para que se á rae atribuya alguna parte importante en el restablecimiento de la dulce paz. Ninguna causa ha sido después bastante poderosa para desfigurar la fisonomía moral de esta noble ciudad. Si en ella se albergan todavía algunos enemigos del publico reposo, es porque las tempestades largo tiempo dejan espuma sobre las olas. El amor á las leyes eS ya en México un sentimiento tan apasionado y tan vivo como el de la felicidad. Asi que la confianza que nunca ha medrado en medio de las tormentas políticas, se va presentando á la1 sombra de vuestras virtudes, y porque el inmortal Guerrero está convencido de que dándonos orden y paz, será apellidado nuevamente salvador de la patria. Yo no temo que las instituciones sean combatidas en este lugar privilegiado por su ilustración. Arruínese el sistema y padecerán los pueblos los males que causa siempre la falta de garantias. Las peores leyes son menos funestas que la anarquía. Huyendo de sus estragos aseguramos además la suma de las libertades á nuestro favor. Los cambios, las agitaciones nos pierden. El que anuncia revoluciones, anuncia la mayor de las calamidades públicas. Mexicanos! Continuad como hasta el dia, siendo el modelo de los pueblos libres. Os dejo con el sentimiento de la mayor ternura. Conservad el orden, y esto basta para que todos los bienes sean vuestro patrimonio. Conservad también la memoria del que siempre sabrá admiraros. México noviembre 30 de 1829.
Object Description
Title | El Gobernador a los Mexicanos |
Creator | Jose Maria Fornel |
Date | 1829 |
Original Format | Leaflets |
Type | Text |
File Format | image/tiff |
Extent | 1 page |
Dimensions | 35 cm. |
Identifier | SC MS 0216.177 |
Source | SC MS 0216 Mexican Pamphlets |
Language | spa |
Rights | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Collection | SC MS 0216 Mexican Pamphlets |
Capture Device | CopiBook COBALT HD |
Staff | Shaenna Ameer |
PPI | 300 |
Date Digitized | 2018-10-26 |
Description
Title | [Page 1] |
Type | Text |
File Format | image/tiff |
Identifier | SC MS 0216.177.001 |
Rights | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Collection | SC MS 0216 Mexican Pamphlets |
Capture Device | CopiBook COBALT HD |
Staff | Shaenna Ameer |
PPI | 300 |
Date Digitized | 2018-10-26 |
Full Text | IBIL(B A. LOS MEXICANOS. í^WíRR^^R^^^S^ ompatriotas! Al separarme del gobierno del distrito federal y también de la república por una nueva y señalada confianza de su digno presidente, me he creido en la obligación de dirigiros la palabra para esplicaros mi gratitud. Por el tiempo de veinte y un meses me he hallado á la cabeza del grande pueblo mexicano, y me han sobrado motivos para conocer las virtudes que lo distinguen. Aun cuando se rompieron por el impulso inevitable de las revoluciones los diques de las leyes, aquí se restableció el orden por momentos; y ninguno dejó de confesar que es la primera de las necesidades sociales. Entonces recibí ei gobierno; y fueron tales los conflictos de las circunstancias, que puede decirse que recibí sus riendas de las manos sangrientas de la anarquía. ¡Cuanto pasó de susto y aflicción! ¡Cuanto de honor para un pueblo esencialmente dócil, moderado y tolerante! Si recuerdo aquellos dias, es, mexicanos, para que se os haga siempre justicia, y de ningún modo para que se á rae atribuya alguna parte importante en el restablecimiento de la dulce paz. Ninguna causa ha sido después bastante poderosa para desfigurar la fisonomía moral de esta noble ciudad. Si en ella se albergan todavía algunos enemigos del publico reposo, es porque las tempestades largo tiempo dejan espuma sobre las olas. El amor á las leyes eS ya en México un sentimiento tan apasionado y tan vivo como el de la felicidad. Asi que la confianza que nunca ha medrado en medio de las tormentas políticas, se va presentando á la1 sombra de vuestras virtudes, y porque el inmortal Guerrero está convencido de que dándonos orden y paz, será apellidado nuevamente salvador de la patria. Yo no temo que las instituciones sean combatidas en este lugar privilegiado por su ilustración. Arruínese el sistema y padecerán los pueblos los males que causa siempre la falta de garantias. Las peores leyes son menos funestas que la anarquía. Huyendo de sus estragos aseguramos además la suma de las libertades á nuestro favor. Los cambios, las agitaciones nos pierden. El que anuncia revoluciones, anuncia la mayor de las calamidades públicas. Mexicanos! Continuad como hasta el dia, siendo el modelo de los pueblos libres. Os dejo con el sentimiento de la mayor ternura. Conservad el orden, y esto basta para que todos los bienes sean vuestro patrimonio. Conservad también la memoria del que siempre sabrá admiraros. México noviembre 30 de 1829. |
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