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//3 ^7 EL ENTIERRO DEL HUESO EN EL MULADAR DE SAN PABLO, Ó SEA CONTESTACIÓN ENTRE UN MONIGOTE T UN SACRISTÁN, Monigote, v^onque por fin, muría ese maldito hueso, y V. no me habia comunicado tan plausible noticia, sabiendo que yo debo alegrarme de sus percances. Sacrista». ¡Percances? No he logrado un medio partido por la mitad. - Mon. ¿Cómo así? ¿pues el entierro? Sac. Qué entierro ni qué calabaza, ¿qué esperaba V. que se le enterrase en mi Iglesia? Mon. ¿Y por qué no? Sac. {Por qué no? Porque el hueso, quiero decir el huesero, siempre me apestó á carne asada; es decir.... ya V. me entiende; y estos bichos muriendo asi jamás se entierran en sagrado. Mon, ¿Pues cual ha sido el paradero de este gran persnnage? Sac. El que debia ser, el muladar de S. Pablo: donde con sentimiento y dolor de sus amigos, (que no eran pocos, y los tenia ex omni ¿enere piscium) se han hecho sus funerales, y ce ie formó su apoteosis. Mon. ¿Quién dio á V. semejante noticia? Sac. Me espanto que siendo V. vecino de aquel barrio, no haya V. leido siquiera el célebre epitafio que un fanático colocó sobre su sepulcro. Mon. ¿Tal hay? Ahora mismo voy á leerlo: vuelvo muy breve, pues no es de perder esta pieza, Sac. No es menester que V. salga: tengo aquí la copia que saqué desde luego, y dice de esta manera; En este lugar por fin, sin merecer compasión, yace el huesero follón y cobarde malandrin. Ya murió, tilín, tin, tin, ese escritor indecente, y la muerte justamente ha obscurecido su nombre. Pintorcillo, si eres hombre, métele á ese hueso el diente, Mon. ¡Qué bien dichol Sac. Y ¡qué bien merecido! Porque este autor, si vale hablar verdad, me parece un verdadero impío, un apóstata, un contumaz, un cobarde, y de pilón.... un TONTO. . Mon. ¡No es mal responso el que le ha cantado V.! Sac. Pero ¿qué hace V, alto en que le convengan estos títulos? Mon. No; pero Sac. No hay peros; sobre la marcha voy í probar cuanto he dicho. Mon. Sea enhorabuena, nos divertiremos con el vejamen, ya qae nada hemos mordido de los funerales de ese mal ferido caballero. Sac, Pues mire V: él es nn impío, porque no solamente se ha burlado de las venerables prácticas de la Iglesia autorizadas desde su nacimiento, sino que ha puesto en duda los fundamentos mas sólidos de nuestra Religión. Con la socapa de consultar ó de hacer el papel de un preguntón, pone en duda la autenticidad de los libros sagrados, ¿y qué digo en duda? lea V. su número 9. y quedará mas convencido de sn impiedad, que lo estoy yo de ser negra esa sotana que tiene puesta. Mon. He leido ese número blasfemo; pero no me hizo fuerza, porque desde que yo estudiaba Teología, vi echados por tierra sus argumentos contra Moysés. Ellos son mas viejos que la sarna, y hace muchísimos si- glos que han existido contra ellos muchos Quebrantahuesos; pero es la manía de estos filósofos ilustrados el repetir con descaro sus sofisterías, sin acordarse de las victoriosas respuestas. En el hecho de afirmar, que no debe creerse á Moysés por sola su palabra, se demuestra un ignorantón que ni siquiera ha saludado la historia del pueblo de Dios., Si hubiera dedicado algún tiempo á este estudio, él habría visto, pero del modo mas claro, que este pueblo tan numeroso, que pasaba de un millón de individuos; pueblo tan rebelde y tan ingrato, que murmuraba del Señor cuando todavía estaba en sus labios la miel de sus regalos; este durísimo pueblo de Israel, á quien el mismo Dios le dijo que siempre resistía al Espíritu santo: este pueblo repito, era imposible que se hubiera sn- jetado á Moysés, que lo hubiera creído y obedecido, á no estar sumamente convencido de ser este caudillo enviado por Dios, ilustrado por Dios, y protegido constante y victoriosamente por Dios. En los libros de Moysés que niega este bota- rate, están escritos los crímenes enormes de los judíos, su crueldad, su inconstancia, su ingratitud, sus 'castigos &c, &c. y estos libros los conserva con la mayor veneración este pueblo, según nos lo hace ver la uniforme tradición de tantos siglos. Conque es decir, que la historia dé este portentoso conductor y todos sus milagros, sin ser necesario hablar de cada uno en particular, son evidentemente creíbles, no porque él lo dice; f /
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Title | El entierro del Hueso en el muladar de San Pablo, o? sea contestacio?n entre un monigote y un sacristan. [Subscribed: El Zopilote. On the periodical published at Mexico intitled: Hay va ese hueso que roer, etc.]. |
Creator | El Zopilote |
Publisher | Imprenta del ciudadano Alejandro Valdes |
Date | 1826 |
Original Format | Leaflets |
Type | Text |
File Format | image/tiff |
Extent | 4 pages |
Identifier | SC MS 0216.155 |
OCLC Number | 504454294 |
Source | SC MS 0216 Mexican Pamphlets |
Language | spa |
Rights | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Collection | SC MS 0216 Mexican Pamphlets |
Capture Device | CopiBook COBALT HD |
Staff | Shaenna Ameer |
PPI | 300 |
Date Digitized | 2018-10-24 |
Description
Title | [Page 1] |
Type | Text |
File Format | image/tiff |
Identifier | SC MS 0216.155.001 |
Rights | http://rightsstatements.org/vocab/NoC-US/1.0/ |
Collection | SC MS 0216 Mexican Pamphlets |
Capture Device | CopiBook COBALT HD |
Staff | Shaenna Ameer |
PPI | 300 |
Date Digitized | 2018-10-24 |
Full Text | //3 ^7 EL ENTIERRO DEL HUESO EN EL MULADAR DE SAN PABLO, Ó SEA CONTESTACIÓN ENTRE UN MONIGOTE T UN SACRISTÁN, Monigote, v^onque por fin, muría ese maldito hueso, y V. no me habia comunicado tan plausible noticia, sabiendo que yo debo alegrarme de sus percances. Sacrista». ¡Percances? No he logrado un medio partido por la mitad. - Mon. ¿Cómo así? ¿pues el entierro? Sac. Qué entierro ni qué calabaza, ¿qué esperaba V. que se le enterrase en mi Iglesia? Mon. ¿Y por qué no? Sac. {Por qué no? Porque el hueso, quiero decir el huesero, siempre me apestó á carne asada; es decir.... ya V. me entiende; y estos bichos muriendo asi jamás se entierran en sagrado. Mon, ¿Pues cual ha sido el paradero de este gran persnnage? Sac. El que debia ser, el muladar de S. Pablo: donde con sentimiento y dolor de sus amigos, (que no eran pocos, y los tenia ex omni ¿enere piscium) se han hecho sus funerales, y ce ie formó su apoteosis. Mon. ¿Quién dio á V. semejante noticia? Sac. Me espanto que siendo V. vecino de aquel barrio, no haya V. leido siquiera el célebre epitafio que un fanático colocó sobre su sepulcro. Mon. ¿Tal hay? Ahora mismo voy á leerlo: vuelvo muy breve, pues no es de perder esta pieza, Sac. No es menester que V. salga: tengo aquí la copia que saqué desde luego, y dice de esta manera; En este lugar por fin, sin merecer compasión, yace el huesero follón y cobarde malandrin. Ya murió, tilín, tin, tin, ese escritor indecente, y la muerte justamente ha obscurecido su nombre. Pintorcillo, si eres hombre, métele á ese hueso el diente, Mon. ¡Qué bien dichol Sac. Y ¡qué bien merecido! Porque este autor, si vale hablar verdad, me parece un verdadero impío, un apóstata, un contumaz, un cobarde, y de pilón.... un TONTO. . Mon. ¡No es mal responso el que le ha cantado V.! Sac. Pero ¿qué hace V, alto en que le convengan estos títulos? Mon. No; pero Sac. No hay peros; sobre la marcha voy í probar cuanto he dicho. Mon. Sea enhorabuena, nos divertiremos con el vejamen, ya qae nada hemos mordido de los funerales de ese mal ferido caballero. Sac, Pues mire V: él es nn impío, porque no solamente se ha burlado de las venerables prácticas de la Iglesia autorizadas desde su nacimiento, sino que ha puesto en duda los fundamentos mas sólidos de nuestra Religión. Con la socapa de consultar ó de hacer el papel de un preguntón, pone en duda la autenticidad de los libros sagrados, ¿y qué digo en duda? lea V. su número 9. y quedará mas convencido de sn impiedad, que lo estoy yo de ser negra esa sotana que tiene puesta. Mon. He leido ese número blasfemo; pero no me hizo fuerza, porque desde que yo estudiaba Teología, vi echados por tierra sus argumentos contra Moysés. Ellos son mas viejos que la sarna, y hace muchísimos si- glos que han existido contra ellos muchos Quebrantahuesos; pero es la manía de estos filósofos ilustrados el repetir con descaro sus sofisterías, sin acordarse de las victoriosas respuestas. En el hecho de afirmar, que no debe creerse á Moysés por sola su palabra, se demuestra un ignorantón que ni siquiera ha saludado la historia del pueblo de Dios., Si hubiera dedicado algún tiempo á este estudio, él habría visto, pero del modo mas claro, que este pueblo tan numeroso, que pasaba de un millón de individuos; pueblo tan rebelde y tan ingrato, que murmuraba del Señor cuando todavía estaba en sus labios la miel de sus regalos; este durísimo pueblo de Israel, á quien el mismo Dios le dijo que siempre resistía al Espíritu santo: este pueblo repito, era imposible que se hubiera sn- jetado á Moysés, que lo hubiera creído y obedecido, á no estar sumamente convencido de ser este caudillo enviado por Dios, ilustrado por Dios, y protegido constante y victoriosamente por Dios. En los libros de Moysés que niega este bota- rate, están escritos los crímenes enormes de los judíos, su crueldad, su inconstancia, su ingratitud, sus 'castigos &c, &c. y estos libros los conserva con la mayor veneración este pueblo, según nos lo hace ver la uniforme tradición de tantos siglos. Conque es decir, que la historia dé este portentoso conductor y todos sus milagros, sin ser necesario hablar de cada uno en particular, son evidentemente creíbles, no porque él lo dice; f / |
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