Cuantas vidas y coronas cuestan los malos ministros. [Subscribed: El Payo del Rosario, i.e. P. de Villavicencio.].

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GUANTAS VIDAS Y CORONAS
CUESTAN LOS MALOS MINISTROS (i).
iguiendo mi curiosidad la marcha de las vicisitudes que sucesiva»
mente han i^o cambiando el aspecto y situación de nuestro Imperio,
no puedo menos de admirarme y complacerme al verle acercarse al
último término de sus disencíones  políticas.
Las luces que.á.manera de un torrente no pueden cambiar el
curso de sus progresos sin invertir el orden natural, van raia dia descubriendo á los hombres lo que con tanto empeño les ocultaron en h
nnche de la ignorancia los enemigos de su libertad, y ya menos tímidos se presentan c*n faz serena á reclamar sus derechos ante los tíranos, cuyas usurpaciones han formado una larga serie de desgracias. Lie-
garán por fin los dias felices en que deponiendo el hombre ilustrado
ias armas y las antiguas preocupaciones, remita el juicio de sus desavenencias á Ja razón, evite sobrecargarse de delitos, y solo sea su divisa  la  paz y la  concordia.
En efecto, hemos visto aparecer en la infancia de nuestra libertad una nueva revolución que parecia anunciar allá en sus principios ios horrores de una anarquía destructora y feroz; y hemos visto ademas que sus inventores no son sino los primeros Quirogas, Riegos, y
López Baños de! Septentrión, que sus miras no han sido otras que restablecer con toda magestad la Representación Nacional que ya desaparecía de éntrelos pueblos que la suspiraban, y que en vanóse les quiere supener coíucion con el gabinete español, sin probarla, cuando á
pesar de esta pretendida alianza, corren á su fin en ¡as alas de la opinión general: sean testigos d¿ esta verdad la continua deserción de tropas, ia resolución de los que conducían contra los libertadores el Par-
que y Artillería que fueron alcanzados, según se dice, por el Sr. Bus-
tamante, la fuga de los padres de la patria patrocinada por doscientos
hombres, tan resueltos como liberales, y finalmente acredítelo la marcha pública que hizo el regimiento núm. 4 el 23 del corriente á las 11
de! dia; todo prueba hasta lo sumo que los hombres menos preocupados y
mas amantes de su existencia y libertad, ya no quieren ser víctimas
del   capricho,  ni   idólatras de la arbitrariedad.
Estas verdades son ciertamente muy duras para los oradores
de la tiranía que han agotado su teórica en persuadir la división en el mo-
, mentó mas crítico de una justísima reclamación; pero son verdades destructibles solo con bayonetas y no con razones. Una Nación poderosa y
ofendida por los satélites de un Monarca que le merece su gratitud y confianza, reclama hoy su libertad y la consiguiera sobre la existencia de orho
millones de habitantes, sí S. M. I. no se hallase como efectivamente se ha-
(0    Díganlo Dohec, Cremuel, Esquilacbi, Godoy, y  ¿Por qué se
habrá ido el Señor Ministro Herrera?